Madrid, 1 de Mayo de 2007 Las Ventas
Cinco novillos de Martelilla (Gonzalo Domecq López de Carrizosa), y un sobrero de Villamarta (Federico Molina),
José Manuel Sandín, de negro y plata, silencio y una oreja.
Javier Bernal, de violeta y oro, silencio en los dos.
Antonio Joao Ferreira, de azulete y oro, silencio en los dos.
El segundo, con el hierro de La Casa de los Toreros, tenía trapío de toro temprano. Se derrumbó tras el segundo par de banderillas. Fue devuelto. Se corrió turno. Entró el sorteado de quinto. Acapachado, largo, de buen tranco, pero muy poca fuerza. Algo mirón. El viento no dejó salirse de las rayas, donde, por flojo, más le costaba al toro, que desarmó hasta tres veces al alicantino Javier Bernal: en el saludo de capa, suave, y en la muleta, suavemente también. Torero bien enseñado, en clásico. Buena composición, de torero que torea con el cuerpo y sabe torear de salón. Fino encaje. Ortodoxia, seriedad, academicismo. Bueno pero grave el manejo del toro, que resistió lo justo.
Desigual
Una gran estocada. Al sobrero de Villamarta lo recibió Bernal de rodillas a porta gayola: embarullado el embroque, violentos los lances en pie que siguieron. Lo acusó y pagó el toro, que se descompuso un poco y cabeceó en el caballo mucho. Se estiró con aire en banderillas y quiso en la muleta, pero adelantó como hacen los toros con más codicia que fuerza. Claudicaciones. El empeño de Bernal por torear ceñido y con la mano baja no fue buena medicina. Como si se amontonaran los pases, muy seguidos, no ligados, de desigual trazo. Firme el torero, que hizo con el capote alguna cosa buena: media de un quite en el primero de corrida y otro quite valeroso, capote a la espalda, en el cuarto. Así que cató el jamón. Al quinto lo mató, como al segundo, con estilo de gran estoqueador.
*NOTA (Recorte de la Crónica de Barquerito de la agencia colipsa el 02/05/2007)
Cinco novillos de Martelilla (Gonzalo Domecq López de Carrizosa), y un sobrero de Villamarta (Federico Molina),
José Manuel Sandín, de negro y plata, silencio y una oreja.
Javier Bernal, de violeta y oro, silencio en los dos.
Antonio Joao Ferreira, de azulete y oro, silencio en los dos.
El segundo, con el hierro de La Casa de los Toreros, tenía trapío de toro temprano. Se derrumbó tras el segundo par de banderillas. Fue devuelto. Se corrió turno. Entró el sorteado de quinto. Acapachado, largo, de buen tranco, pero muy poca fuerza. Algo mirón. El viento no dejó salirse de las rayas, donde, por flojo, más le costaba al toro, que desarmó hasta tres veces al alicantino Javier Bernal: en el saludo de capa, suave, y en la muleta, suavemente también. Torero bien enseñado, en clásico. Buena composición, de torero que torea con el cuerpo y sabe torear de salón. Fino encaje. Ortodoxia, seriedad, academicismo. Bueno pero grave el manejo del toro, que resistió lo justo.
Desigual
Una gran estocada. Al sobrero de Villamarta lo recibió Bernal de rodillas a porta gayola: embarullado el embroque, violentos los lances en pie que siguieron. Lo acusó y pagó el toro, que se descompuso un poco y cabeceó en el caballo mucho. Se estiró con aire en banderillas y quiso en la muleta, pero adelantó como hacen los toros con más codicia que fuerza. Claudicaciones. El empeño de Bernal por torear ceñido y con la mano baja no fue buena medicina. Como si se amontonaran los pases, muy seguidos, no ligados, de desigual trazo. Firme el torero, que hizo con el capote alguna cosa buena: media de un quite en el primero de corrida y otro quite valeroso, capote a la espalda, en el cuarto. Así que cató el jamón. Al quinto lo mató, como al segundo, con estilo de gran estoqueador.
*NOTA (Recorte de la Crónica de Barquerito de la agencia colipsa el 02/05/2007)
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